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24 de septiembre de 2010

12 días


Suicidio u homicidio, esa era la cuestión. Dejando de proyectar hacia adentro, afuera las sombras se esparcen entre tanto sol.
Rodeada de frutas, como en una canasta, posa en medio de la mesa con paciencia hasta que alguien la besa. Es parecida a un durazno, hay que bancarse la pelusa y saber admirar el carozo que guarda destrás de tanta dulzura.
Su naturaleza emocional intenta luchar contra dejar marcas. A flor de piel la melancolía, el enamoramiento, la obsesión y el desapego. Retorna al climax: todo y nada le importan.
Sigue reposando, al llamado de la naturaleza amable y cuidadosa, espera y desespera.

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