Historia de mierda.

Principio.
- Dejá que sea yo. Permitime elegirte. Estoy enamorada.
Le cuento a la pared y me trago la bilis esta vez.
Con un gusto amargo:
- ¡Mierda!. Mi amor, al rato dame un beso, pero damelo despacio así es eterno como esto que siento.

Fin.
Niñata de mierda, quedaste embarazada. Ahora tu bebé se suma a tu dogmatismo sin aborto, el parto sin anestecia, anomia, anarquía, nada de abogados. No puedo imaginar nada más que tu próxima marginalidad.

Si no sabés amar, por lo menos haceme llorar

Después de conocerte no me quedan dudas que lo que quiero no es llegar hasta la Luna, prefiero emprender un viaje al Sol con parada en el centro de la Tierra y quemarme entera viva, más viva que nunca.
Este estado de transe mental es insoportable: si no sabés amar, por lo menos haceme llorar.
Aunque sea mostrame tu lado pasional más crudo, aquél ante el cual con miedo escapé junto con mis ojos tantas otras veces. No te escucho, estás ahí? Qué te pasó? Menudo accidente, estás hecho mierda! Soltá ese cuchillo! No sigas!
No tengo perdones para tu consuelo de tontitos. Mi alma con un par de palmas se enciende cual lámpara, pero para vos se prende con un chifle. Pone los labios así y la lengua asá. Viste qué fácil? Así ya está!

Deliciosa lujuria oriental

Dale, en ésta oportunidad dejame dormir, que estas sábanas de seda todavía me quedan. A lujo oriental, a recibir y a dar. No corre peligro el placer, dejamos de Repetir, nos hemos encerrado entre maravillas brillosas, especias artísticas y tu piel un elixir.
Esta vez no voy a ser lo que vos quieras porque puedo detener mi cuerpo de caer con la mente, levito si quiero. Si levito, en paz, nada me amenaza, soy una manzana jugosa, roja en el medio y con gusto a carne sin coser, mmmmm, reflejos acaramelados, tiritas de un souffle de verduras y una campana de arroz integral también endulzado.
Mezclo la cena con el postre y no me importa. Mi ser tiene lugar en este juego. Juego de lujuria oriental, teatral y emocionalmente acéfalo.

Xul.

Hay una luz que en vez de energizarte te llega a calcinar, en ese momento te sentís aprovechado, estás hecho carne, útil y con algunos bronceados. Te traspasan las miradas como un láser modelo Gran Guerra que rompe huesos en el tercer milenio.
Asado y encimismado, en posición fetal y con tu sonrisa plástica derretida en el intento de irradiar una mirada que cubra toda la miseria que tenés por dentro. Reflejos de que no podes contigo, y que soy tu sombra.
"Pour la galerie" te sentís intimidado, pero bajo la belleza y el místicismo sos más que una mosca. Te es evidente que sin tu guía, la mesa se enfría y todo huele a acetona y porcelana fría.