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6 de julio de 2010

Todos a sufrir, cumple años Friducha.


Sufrí, sino pasás por mediocre. Tu cuerpo está hecho para intoxicarse y purgarse, es hora de que lo aceptes. Tu ser es contestatario por naturaleza, por eso se enferma, obedecé, hay algo más supremo que vos. En esos casos existe la belleza y sucede la franqueza. Mejor decir que callar, siempre y sin dudas.

Lo coloquial es aleatorio, pero no si estamos encerrados en un calabozo. Para algunos la estética y el arte son cosa de todos los días, están encarcelados en ese mundo de creatividad e hipersensibilidad. Son hechos más que de un oficio, son destartalados en su apertura a la existencia: se mecen, reptan, copulan, pululan.

Hoy nace y vuelve a morir, porque morir es de santas, morir es brutal, es duro, es kármico, es pleno, es genial. Estar hecha de muerte es tener vida para regalar, es tener energía para explotar y en la explosión construir, romper muros y construir, perfectamente vivir.

Vive en todos nosotros y es de cáncer. Es esculturalmente hermosa y magnífica, tiene bigotes para barrer con todo y tan sólo una ceja que le permite la mayor de las proezas: ser ella. Se desvivió por reflejarse entera en alma y cuerpo igual que aquella ceja de la cual nos quedó su alma grabada con fuego. Por eso se pintó a sí misma, se selló a si misma, se moldeó, se dio carácter más allá de la revolución, más allá del sexo, más allá de Diego.

Y amó. Amó a pesar de la distancia que se imponía entre esa panzota y su baja estatura, su inmovidildad presente y futura, su Casa Azul, la Casa Roja, esa amplitud fría y caliente que le rajó la columna en pedazos, regando cada espina como una semilla, abortando, pero obedeciendo al supremo dando fruto a una mayor obra luminosa y, humildemente, a la razón de mi vida.

Por toda tu valentía, tu cárcel, tu sublime angustia, el gran amor dentro de la agonía,

Yo te amo,

Sufrida.




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