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18 de julio de 2010

Demente Corazón

Desesperada correteaba la noche con la soledad a cuestas, y yo la perseguía, y mientras con cautela tu espada me hendías. Conmigo ahogabas la hoja plateada brillosa en sangre y el eco de tu mano semi áspera acariciando mis costillas no dejaba de producirme escalofríos de inefable infelicidad.
Esta vieja casa rodante, demente corazón, no encuentra patio que la deje morir. No encuentra cueva que la cobije después de una tarde de frío que pasó esperando al sol.
Miserables gusanos se retuercen adentro mío, producto del rencor y del odio que me produjeron todas las fantasías que generé alrededor tuyo. Qué esperás de mi más que una dignidad putrefacta, eres cruel y vil mas no te odio por ser así.

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