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25 de mayo de 2010

Carta abierta

A ustedes herméticos, autoritarios y censuradores. A los que nunca se les cayó una lágrima por el otro. A los que no encontraron el valor y la belleza en un ser torturado, en un ser con una cruz tan enorme y absurda, en un desposeído histórico del sacrificio.
¿Por qué tu corazón es tan sordo y ciego? ¿Por qué no tomar la luz que se te está dando y encender tu propia llama?
¿Por qué ser tan hijo de puta?
¿Por qué dejar sin socorro a éstos seres luminosos, sin ningún calor, sin ningún abrazo?

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