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15 de abril de 2010

Relato corto

Un día a la vez, Carmen lograba desentenderse de sus hábitos. Finalmente se encontró completamente desnuda, desatada de su opresivo uniforme, ante El Señor. La monja inexperta, mantuvo sus pechos y genitales descubiertos, sus manos hacia los lados, su mentón hacia el cielo, conmocionada y expectante por una respuesta. Se sintió observada, persistió la quietud y el silencio; sus pezones se rajaron del frío que trajo la humillación.

El doctor le preguntó si lo que esperaba era una sonrisa, una señal de aceptación, algo que le haga sentir que ella era una niña obediente y pura... muy pura. Era su mismo Padre el que la hacía sostenerse en esa posición inerte, lastimándola con cada segundo ad infinitum sin una introducción de su parte. Y lo vio, vio el momento en que decidió hacerse monja, vio el momento en el que se rechazó a sí misma por completo, que se anuló como mujer, que extendió su vida inutilizando su sexo y expuso al cansancio a su endometrio.

Se le indicó que esperase a la primavera, que entonces se sentiría preparada para dejar la insignia que la terminaba de consagrar en cuerpo y alma a Dios, su cruz era su cruz. Pertenecería a sí misma y así podría realizar el viaje a la semilla. Que no tema de las preguntas y cuestionamientos que se haga, que desayune y almuerce bien y que no discuta estas ideas con nadie del convento o familia.

Víctor vivía en Buenos Aires junto a Silvia, su madre de grandes caderas que había logrado expulsarlo de su vientre tan fácilmente como las tantas bocanadas de humo que expedía minuto a minuto. En Octubre de 1991, lejos del punctum celestial, Carmen arribó a la ciudad con quince kilos más, un billete de veinte y un “Sanchez de Bustamante 2251, apartamento D”. “¡M’hijito, te buscan!” y el robusto grandulón al llegar a la puerta observó a esa mujer embarazada por su falta de soltura, con un impedimento en su vientre y recordó cuánto la deseó y cuánto lamentó aquél Julio resquebrajarla con su apatía. Cuando le sonrió, ella ya había disculpado a su padre y titubeó su recuerdo de Juan El Bautista:"...y será lleno del Espíritu Santo, aún desde el vientre de su madre" y él reafirmó desde Samuel: "El Señor da la muerte y la vida".

2 comentarios:

  1. Amiga.. Aquí van mis comentarios..
    Entiendo la visión y la idiosincrasia de la carmen esta de la que escribís y de su entorno.. Es cierto que es una realidad común y es criticable toda su perspectiva y en cierta manera justificable según su status. Todo así lo vuelves un realismo mágico.. quiero leerte mas.

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  2. Amigaaa eres la mejorrr.
    Realismo mágico, sabes que me gusta esa palabra.
    Siempre sabes dónde tocarme hmmmm.
    Gracias por tu apoyo, espero darte más pronto!

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