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27 de agosto de 2010

El último nacido.

Ahuyenta mariposas como una sirena.
Levanta una torre y corta sus alas. Lo quema todo, mucho humo, poca visibilidad, se pierde arriba.
Arma dos juegos, un rompecabezas para la vida y una búsqueda del tesoro para el amor.
Se enreda cuando intenta recibir, y si lo intenta se siente infeliz.
Se muestra seco como si nada puediera deshidratarlo más, pero a su vez es muy distinto a un desierto, en él conviven muchas especies, en él viven.
No intentes alimentarlo, a penas dale carne para que de vez en cuando la muerda.
No intentes ahuyentarlo, a penas sentirá tu pena.

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