Páginas

17 de junio de 2011

Juraría que me querías.

Juraría que me querías. Que antes de ayer me abrazabas con el calor y la dulzura justas.
Miro por la ventana, la persiana está baja, juraría que estás del otro lado.
Me hundo en un pensamiento más lastimoso que el otro, lastimo lo que es tuyo y lo que hicimos juntos, lo lastimo sin ningún pudor, como si fuera de otros.
Me penetra el invierno congelando todos los recuerdos. Crece mi desesperación por derretirlos todos. Crece mi desesperación por jurar que no te estoy viendo, que no puedo verte.

Y entonces fue Ayer. Juraría que fue ayer cuando me di cuenta que no podía estar ahí y vos no podías estar conmigo. Quería dejarme estar, pero no quería dejarme estar. Intentaba ver, pero sólo oía. No faltaba luz en el cuarto, no faltaba brillo en tu cara acostada sobre esa oscura almohada. Juraría que no me acuerdo qué estaba pasando. Creo que estábamos muy lejos como para recordarlo.

Sin vos mi memoria está suelta y se desordena. ¡En qué descarga te perdí? Te dije que sólo te oía. Son esos truenos tan fuertes, siento que te rompen y te alejan en chistes.
Me siento lo suficientemente enmarañada y ultrajada como para no poder jugar con tu humor, como para no dejar que él me transporte a dónde vos querés ir. Tu cómplice me vuelve inmediatamente una pobre víctima. Juraría que no tenemos patines para rodar a ningún lado. Creo que los tuve pero después de Ayer los perdí.

Tu amor es causa y tu sexo es efecto. Mis náuseas son el resultado. La gente puede pensar que no nos estamos cuidando. Yo les digo que te amo y que el amor es algo tan distinto a todo que te hace acordar a qué le tenés miedo. A vos te amo tanto que me tengo miedo. Tengo miedo de que lo que conozco de vos no sea nuestro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario