world wide web junkie |
Nos
arrodillamos sobre nuestras laptops. Ayunamos mientras actualizamos la misma página,
dedo dedo dedo, scroll scroll, tenemos hambre, ganas de orinar, nos suena el
teléfono pero no podemos salir de nuestra inmovilidad y mudeza para permanecer expectantes de la encandilante pantalla. Luz que no deja de brillar, lucha con nuestros ojos, entrecerrándolos, apartándolos. Luz que pretendemos nos muestre el camino pero sólo nos
encierra en sí misma y bloquea nuestro destino.
Imploramos
respuesta a lo que publicamos. Transpolamos nuestros deseos de cariño en un “me
gusta”. Nuestra necesidad de aceptación se vuelve rehén de que presionen un ratón.
No se puede escribir en español ya porque la lengua inglesa domina este circuito. Estamos
presos detrás de las barras del vocabulario anglosimplón.
La red nos
sugiere escuchar música que no nos gusta, nos sugiere amigarnos con gente que
no nos simpatiza. Nos fuerza a vender una imagen de nosotros mismos, nos fuerza a
conocer de comunicación, publicidad, periodismo, programación y diseño. Nuestra personalidad virtualizada nos aleja de la configuración del alma y del cobijo de la naturaleza. Nos fundimos en la confección de silicio de la placa madre y así somos, basura electrónica 2.0.
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