Algunas cosas son hermosas cada vez que miramos adentro de ellas. Algunas otras son complicadas hasta ese preciso momento en que terminan de captarnos y así enamorarnos.
Yo sé hace mucho tiempo, y hace tiempo niego que lo sé, que hay un punto de contacto entre el amor y la pasión.
Nos encontramos escatimando en juegos de seducción para probar lo que creemos mesurado. No somos suaves más que en la primera noche y no volvemos a permitirnos lo nuevo hasta que no haya verdadera desazón. Los dos corazones que latían y corrían son puestos a dormir. Hoy es todo mente lo que domina y es duro vivir un amor con el corazón cuando uno sólo se ocupa de sobrevivir a su mente.
Mis ojos arden al vernos sin las máscaras de la pasión y la locura, la entrega y la aventura. Veo dos seres humanos, veo su carne y sus huesos, veo el barro del que están hechos, veo complicado sobrevivir nuestra naturaleza pero aun así ansío el ser dos escamosos dragones arañándose con fuego a muerte.
Escondo la mujer que soy en un reptil. Aborto mi convencionalidad para volverme maravillosa, para vivir en fantasías, para poder vivir y morir con la tranquilidad de un cuento. ¿Para qué vivir un amor sin extraordinariedad? ¿Para qué sufrir si no es por la anécdota?
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